❥ 🇩 🇴 🇸

Entramos a la casa Cullen, donde estaban los demás, bueno, Carlisle, Emmett y Jake, Edward iba tras mío.

—Vaya ¿Ya acabaron?—preguntó Emmett.

—¿Y Frey?—lo ignoré.

—La rubia se la llevó.—contestó Jake comiendo un sándwich y mirando fijamente a Rose con Freissy afuera.

—¿Rompieron muchas cosas?—seguía el fortachón.

—Emmett...no.—negué indicándole que no hiciera ese tipo de preguntas.

Carlisle, Jake y Emmett soltaron una pequeña risa. Luego el teléfono empezó a sonar, todos me miraron, yo me acerqué.

—¿Es Charlie? ¿O mi tía Lyra?

—Llaman dos veces al día.—me dijo Edward.

—La están pasando muy mal.—las palabras de Jake no ayudaban.

El teléfono seguía sonando, sin parar.

—Tendremos que decirles que no sobreviviste.—la opción de Carlisle no me gustaba, para nada.

—Tienen que llorar tu muerte.—declaró Edward.

Yo dudé demasiado, pero era la opción correcta, debía protegerlos, —Si, lo haremos mañana, hoy no me siento lista.

Volví a aferrarme al brazo de Edward, lo único que me podría tranquilizar si no tenía cerca a mi hija.

—Extrañaré este lugar.—Emmett dejó el periódico en la mesa y se levantó.

—Volveremos, siempre lo hacemos.—tranquilizó el patriarca leyendo algo.

—¿Qué? Nadie dijo nada sobre irse.—intervino Jake, dejando de ver a Rose con mi hija.

—Cuando piensen que Aly está muerta no podemos arriesgarnos a que la vean.—explicó Carlisle.

—¿Entonces solo...desaparecen?—seguía el lobo.

—Jake, no tenemos alternativa.—ahora se metió Edward.

—¿¡Qué hiciste que!?—pregunté cuando Jacob volvió, —¿¡Estás loco, lobo!? ¡No puedo creerlo!

—Resolví el problema.—se excusaba, —Pensaban irse...¿Qué esperaban que hiciera?

—No sabes en que peligro lo has puesto, los Vulturis matarán a quien sepa de nosotros ¿Qué acaso no lo pensaste?—me estaba empezando a frustrar, mis palabras salían con ironía.

—No le dije sobre ti, solo, sobre mi, le dije que eras diferente.

—Y que adoptamos a, una sobrina.—Edward estaba igual que yo.

—Te lo juro, Jake. El no se quedará tranquilo, y te pienso matar si es que mi tía Lyra se entera de algo.—aseguré.

—De hecho...—empezó a rascarse la nuca, nervioso, —Charlie me dijo que le diría.—terminó cerrando un poco los ojos.

—¿¡Qué!? ¡Tú, estupido lobo!—traté de abalanzarme encima de él y golpearlo pero Edward me detuvo agarrando mi cintura y tirándome de ella.

—¿Consideraste el dolor físico que le causará a ella? Será como, meterle un hierro ardiente por la garganta, eso asumiendo que controle su sed.—defendía mi esposo cuando ya me tenía quieta.

—Charlie y Lyra la han estado pasando muy mal, y se que tú estarás más feliz con ellos en tu vida, y con sus familias.—Jacob tenía un punto, pero yo tenía algo en claro...

—No finjas que estás haciendo esto por nadie más que por ti.—Edward le dió al blanco, eso si lo sabía, Jacob solo lo hacía porque se había imprimado de Freissy y no podía estar lejos de ella mucho tiempo, solo por eso.

—Lamento que piensen eso.—volvió a retomar la palabra el maldito lobo, —Porque...estarán aquí en diez minutos.

—¿¡Qué!? ¡En serio eres un maldito licántropo porta pulgas!—grité y Edward tuvo que detenerme de nuevo para no saltar hacia mi mejor amigo y hacerlo cenizas.

—Esto irritará un poco tus ojos al principio, es normal.—dijo Alice poniéndome lentes de contacto, color marrones.

—El truco es no moverte muy rápido.—reconocí la voz de Carlisle, aún veía siluetas, tuve que parpadear varias veces para adaptarme.

—Trata de sentarte, cruza las piernas.—pidió Esme, yo asentí y me paré.

Vi la silla y me moví a ella, llegué en menos de un segundo, me quedé ahí sentada un momento y luego crucé las piernas, como si no hubiese hecho nada mal.

—Tal vez un poco más despacio.—sugirió Esme, vi a Carlisle hacer una seña con sus manos, dejando un pequeño espacio entre su pulgar e índice.

—Y parpadea tres veces por minuto.—dijo Alice, yo parpadeé demasiado, como tres veces por segundo, total error a lo que la hadita dijo, —Así...

—Pareces caricatura y alguien que no sabe nada de eso.—se burló Jacob.

—Tú cállate, licántropo, que por tu culpa tengo que hacer esto.—me quejé, seguía algo molesta pero solté una pequeña sonrisa al final.

—Aguanta la respiración, controlarás la sed.—indicó Carlisle.

Cuando Edward me vio dejar de respirar se removió un poco en su sitio, listo para darme una indicación, —Pero mueve los hombros para que parezca que estás respirando.

Moví los hombros de arriba a abajo, esa iba a ser la parte más complicada.

—Y no te sientes tan derecha.—observó Rosalie,—Los humanos no lo hacen.

—Am, yo lo hacía así que no creo que encuentren gran diferencia con eso.—expliqué y empecé a hacer todo lo que me dijeron. Luego de unos segundos me removí y luego me paré, era demasiado, —Bien, entendí, parpadear, ir despacio y cruzar las piernas.

Oí algo, el sonido de un motor, Charlie y Lyra habían llegado, levanté la mirada del piso y vi a Edward, él miraba sonriendo, queriendo que tenga confianza, lo cual no existía ahora en mi, no en este momento.

—Suerte...—murmuró Esme antes de salir con los demás.

—Tú puedes hacerlo, Ashby, si puedes.—me dijo Edward, sobando mis brazos.

—No quiero lastimarlos.—volví a dejar de respirar al sentir el intenso olor a sangre que emanaba en la casa, —Ya entraron.

—Confía en ti, yo te ayudaré si es que necesitas algo, siempre voy a estar para ti.—me besó y luego se sentó en el sillón.

Yo estaba nerviosa, suspiraba varias veces aunque no lo necesitase pero eso hacía antes para tranquilizarme. Me senté en el sofá junto a mi esposo y esperé a que ellos llegaran, vi a Carlisle entrar y tras el Charlie y Lyra, no creo poder hacer esto.

Edward agarraba mi mano encima de mi pierna, yo estaba ansiosa, el se paró primero y luego los vi, ambos tenían cara de preocupados.

—Aly...—dijeron a la par, —¿Estás bien?

—Estoy perfectamente.—solté en un suspiro, —Mejor que nunca a decir verdad.

Piensa en Freissy...piensa en tu hija...podría ser ella...no les saltes encima...piensa en tu bebé.

—¿No te conviertes en animal también, o si?—ese fue Charlie, mi tía Lyra asintió queriendo que responda.

Jake soltó una pequeña risa, —Ya quisiera ser tan fabulosa.—puso la mano sobre el hombro de Charlie.

—Dejémoslos para que hablen.—pidió Edward cuando lo miré, los demás salieron dejándome con las figuras paternales que tenía.

Ellos se sentaron a mi lado, me moví un poco, los miré removiéndome en mi asiento.

—Em, Jake dijo que esto, esto era necesario.—dudó mi tía, confundida.

—Si, ¿A que se refiere?—intervino Charlie.

Yo mordí mi labio, —Jake está loco, y lo saben, además creo que será mejor que...

—Queremos saber lo que te pasó.—decidió mi tía.

—No puedo decirles.—negué varias veces.

—Merecemos una explicación.—ahora fue Charlie.

—Así es pero tendríamos que irnos si se los digo.—confesé.

—Ay, por favor.—se paró Lyra.

—No, no hables de irte.—Charlie estaba igual.

—Van a tener que confiar que por la razón que sea, estoy bien. Mejor que bien, y lo saben porque me están viendo ¿Pueden vivir con eso?

—¿Podremos vivir con eso?—repitió Lyra.

—No lo sé, Aly, acabo de ver a un chico que conozco de toda su vida convertirse en un perro gigante.—comenzó Charlie.

—Nuestra sobrina luce como nuestra sobrina, pero ¿Lo es?

Carajo, no pensé que dolería así, sin contar que me dolía demasiado la garganta por la sed.

—Pueden creer que les diré solo lo que necesiten saber.—me levanté y me dirigí a ellos.

—Y no necesitamos saber esto.—se miraron ambos y luego a mi.

—No, de veras que no.

—Bueno, no te perderemos, no podemos.—lo que dijo mi tía me destrozó por dentro.

—No van a perderme, se los juro, nunca lo harán, no me voy a ir.—mentí, luego de unos años tendría que desaparecer porque me vería igual que ahora aún si para ellos tuviese treinta o más.

Seguiría viéndome como una adolescente cuando para ellos sería una adulta.

Ellos solo me abrazaron, no podía hacer mucho, solo los rodeé con mis brazos, aguantando mi respiración, olían tan delicioso que me hacía daño a mi misma.

—Te extrañamos demasiado.—admitieron a la par.

—Y yo a ustedes...—murmuré como pude.

—Charlie, Lyra.—llamó Edward y se lo agradecí internamente, me había salvado por segunda vez.

Luego se escuchó la risa de una bebé, mi hija, estaba siendo cargada por su padre y era una imagen hermosa.

—Ella es Freissy.—presentó mi esposo y fui con el.

—Tu sobrina.—dijo Charlie y recibió un manotazo por parte de mi tía, ella miraba a mi niña con dulzura.

—Nuestra hija.—corregimos a la par.

Ambos nos miraron confundidos, más que nada Charlie, pero luego recordaron algo.

—Oh, claro, la adoptaron.—recordó mi tía, Freissy los veía fijamente a ambos, tuve que bajarle un poco las manitas que sostenía en el aire, sabía que querría usar su don con ellos, la miré y luego sonreí hacia mis tíos.

—Es preciosa...—suspiró Lyra, —¿Puedo?

Se acercó a ella y yo dudé, —Claro...—la cargué rápidamente y puso su manito en mi mejilla, —No vayas a usar tu don con ellos, amor, no saben nada de esto.—susurré y besé su cabeza, me giré hacia mi tía y se la entregué.

—Ay, Merlín, es hermosa, una niña perfecta, como lo eras tú de bebé.—mi tía seguía meciendo a mi hija.

—¿Freissy?—preguntó Charlie, mi hija sonrió y soltó una risita al oír su nombre, Edward y yo asentimos, —Adivinaré, lo inventaste.

¡Ding, ding, ding!

—Sabes que me gusta ser original.—sonreí un poco.

—Lo que necesitemos saber.—repitió mi tía aún meciendo a mi hija, yo arrugué un poco la cara y asentí varias veces.

Charlie y Lyra se fueron después y yo al fin pude estar tranquila, golpeé un poco mi cabeza con el pecho de Edward.

—Bien hecho, Aby.—halagó Jasper, me hizo girar a verlo, —Nunca había visto a un neófito mostrar tanto control.

—No sé si sea una neófita.—provocó Emmett, —Es tan, fría.

Lo miré, sin emoción en la mirada, solo lo veía y dejaba en claro que lo podría matar ahí mismo por dudar de lo que era capaz.

—Emmett, no la molestes, es la más fuerte de la casa.—dijo Edward.

Emmett tronó sus dedos haciendo puños, junto con una sonrisa divertida, —Vaya, ya lo veremos...

Emmett regresó cargando una enorme roca, estábamos en el bosque, me había retado a un duelo de "fuercitas" y claro que iba a aceptar, más ahora que era una neófita y tenía aún más fuerza.

Ya estábamos en posición, sobre la roca, Emmett me sonreía divertido, y yo solo pensaba en ganarle, lo miraba desafiante.

—No te lastimes, Emmett.—pidió Edward divertido hacia su hermano.

—A las tres.—indicó Jasper, abrazado de Alice y sonriendo, —¡Uno, dos, tres!

Vi su cara haciendo fuerza, yo estaba normal, ni si quiera sentía la "fuerza" que él hacía, estaba muy sonriente, lo veía intentando hacer más fuerza, quería ganar pero luego le volteé el juego, volteé su hombro y con ello su puño quedó en la roca, estallando en ella y rompiéndola en la parte de la esquina.

—¿Viste eso?—sonreí hacia Edward, dando pequeños saltitos, Emmett tenía cara de dolor mientras agarraba su brazo, yo empecé a tirar puñetazos y patadas a la roca, rompiéndola en pedazos, los demás reían, —¡Gracias!

Luego vi algunos brillos del sol, y me acerqué a ese lugar, me posé bajo ellos y sentí mi piel brillar, como vi una vez a Edward, sentía miles de diamantitos en mi piel.

Mi tiempo como humana se había acabado, pero nunca me había sentido más viva, al fin había encontrado un lugar a donde pertenecer, aún siendo humana o vampira, este siempre había sido mi hogar, porque me sentía bien junto a ellos, eran mi vida, el mundo sobrenatural siempre había estado frente a mi, esperándome para ser parte de él de cualquier forma.

Todo estaba cayendo en su lugar, incluso los Vulturis parecían aceptar mi nuevo status, aunque tarde o temprano querrían pruebas.

—Ansío conocer a la nueva señora Cullen en persona, felicitaciones.—leyó Edward sacando la carta, me habían mandado un regalo de bodas, un collar, una cadena de oro con un diamante del tamaño de una pelota de golf, muy hermoso a decir verdad.

—Es el siglo veintiuno, dije que querría usar mi apellido.—bromeé golpeando levemente mi hombro con el suyo, —Aunque "Cullen" no le va mal a mi nombre.

—Te queda perfecto, como tú.—me sonrió y luego me besó.

Pero parecía que solo nos quedaba un enemigo, el tiempo, Freissy estaba creciendo demasiado rápido, nos preocupaba cuanto tiempo tendríamos con ella, pero eso hacía que cada momento con ella fuera aún más preciado.

Con tan solo unos meses, mi hija parecía una niña de seis años, hablaba y podía moverse sola, ya no era una bebé y tuvimos que rehacer su cuarto.

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